Pecado y bienestar
- Angie Romo.
- 26 ago 2024
- 2 Min. de lectura

A veces, el pecado no se manifiesta de forma evidente, pero puede estar presente en nuestras decisiones cotidianas. No siempre lo reconocemos cuando elegimos algo que daña nuestro cuerpo, como consumir alimentos poco saludables, bebidas azucaradas, cigarrillos o alcohol. Aunque quizás no lo percibamos, esas decisiones también nos alejan del cuidado que merecemos como templos del Espíritu Santo.
Santa Hildegarda de Bingen decía: “El cuerpo debe estar en armonía con el alma, para que el alma pueda gobernarlo con justicia.” Esta cita nos recuerda que nuestro bienestar físico y espiritual están profundamente conectados. Cuidar de nuestro cuerpo es una forma de vivir de acuerdo con el diseño que Dios tiene para nosotros, en una relación armoniosa entre cuerpo, alma y espíritu.
Así como el pecado aleja el corazón de Dios, los malos hábitos alimenticios y de salud nos impiden cuidar nuestro cuerpo y mente de manera adecuada. De la misma manera en que un corazón endurecido se aparta de la gracia, descuidar nuestra salud nos aleja del bienestar que necesitamos para cumplir con nuestras responsabilidades y crecer en nuestra vocación. San Juan Pablo II nos recuerda que “Fe y razón son como dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad.” Del mismo modo, la fe y la razón nos guían hacia decisiones responsables y saludables que reflejan nuestro amor por la vida que Dios nos ha dado.
Cuidar nuestro cuerpo es una forma de honrar a Dios y la vida que Él nos confía. Como decía Edith Stein, “Quien busca la verdad, busca a Dios, lo sepa o no.” Alimentarnos bien, mantenernos activos y tomar decisiones saludables no solo nos ayuda a cumplir con nuestras tareas diarias, sino que también es un acto de gratitud y respeto hacia nuestro Creador.
El reto está en reconocer que nuestros cuerpos son un regalo que merece ser cuidado con amor y responsabilidad. No solo debemos evitar el pecado espiritual, sino también las prácticas que deterioran nuestra salud física. El bienestar integral es un acto de amor y fidelidad hacia Dios y hacia nosotros mismos.
A partir de hoy, cuando tengas que elegir entre una Coca-Cola o una bebida sin azúcar, entre un cigarro o una bocanada de aire fresco, o entre la comida rápida y una opción saludable, piensa en esta reflexión. Cada decisión es una oportunidad para cuidar tu cuerpo, honrar a Dios y vivir de manera más consciente y plena.
Angie Romo.
Psiconutrición
Familióloga
Comments